El contorno de este pabellón dibujaba vagamente el perfil
de un caserío vasco.
Durante el día la fachada del pabellón aparentaba serenidad
con tonos suaves, dando una sensación arquitectónica discreta.
Durante la noche esa sensación se tornaba en agresiva,
ganando fuerzas sus colores y brillando el pabellón como una gran ikurriña de vidrio.
La simplicidad de la estructura del pabellón, de carácter efímero, hacía factible su traslado al País Vasco tras la Expo'92.
Sin embargo,
como otros tantos pabellones autonómicos, permaneció en su ubicación hasta su derribo en 1998.
Fuera del
pabellón se exhibía una escultura que representa a un pescador volviendo a casa de la mano de su hijo.
Fuente: IMAT (Fernando
Rodríguez)
El
regreso, obra de Casto Solano realizada en bronce, fue adquirida
por el Gobierno Vasco para su instalación en el puerto de Bermeo. Se colocó allí el 9 de septiembre de 1995.
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