Sevilla rotuló una de sus calles en su honor, aunque perdió su denominación en 1936 para ser dedicada al Maestro Falla.
Casi dos décadas más tarde, en 1955, otra calle es dedicada a la memoria de Lorenzo, perdurando hasta la actualidad.
Fuente: Sergio David Cansado (Esa Sevilla)
Diversos fallos humanos provocaron que aquella oscura noche, en las inmediaciones de la estación de Quintanilleja, el tren mixto que cubría la ruta Madrid-Burgos se encontrara ante el expreso de Irún, que avanzaba a gran velocidad hacia un fatal desenlace.
El conductor del tren mixto, Pedro Jaca, no perdió los nervios. Hizo sonar la alarma y accionó los frenos de su locomotora. Al conseguir detener su máquina facilitó la huida de sus pasajeros.
Pero Pedro Jaca no hizo lo mismo. Pensó que podría evitar o paliar la fatalidad que se avecinaba. Así, se aferró a la palanca de contramarcaha para minimizar el impacto, pero todo fue en vano.
El enorme estallido de metal se oyó en muchos kilómetros a la redonda. Ambas locomotoras quedaron hechas un amasijo de hierros, fundidas casi una en la otra.
Este accidente se saldó con 15 muertos y decenas de heridos, llegando al rango de tragedia nacional, acudiendo la Regente María Cristina a visitar a los heridos.
Sirva esto como recuerdo de dos grandes pérdidas, la de un joven con mucho talento por delante que nada pudo hacer aquella noche, y la de un valiente que por intentar salvar vidas se convirtió en la única víctima de aquel tren mixto.